domingo, 6 de septiembre de 2009

Luis Benitez, el artista que nos dejó antes de tiempo


Luis Benitez con Roque Pesce y Esteban Podesta en la inauguración del monumento al Agricultor en Urdinarrain.

La jornada del 8 de Abril de 1969 se inició en Gualeguachú con una noticia que conmocionó a la comunidad: en un accidente de moto, había fallecido Luis Benítez. Tenía sólo 28 años; ya era un escultor de prestigio dentro y fuera de la ciudad. También cultivaba otras expresiones artísticas: teatro, poesía, pintura. Era además, un carrocero de alma. Muy conocido y querido por sus talentos artísticos y su condición de persona de bien, generosa y afable; tenía amigos por todos lados. Han pasado cuarenta años y como las nuevas generaciones de nuestro Gualeguaychú en crecimiento no lo conocieron, le dedicamos esta nota, que es la primera, en una serie de personajes valiosos que tenemos un tanto olvidados.

Hijo de Antonio Benitez y Carmen Cardoso, nació el 8 de Noviembre de 1941. Tenía tres nombres: Luis Antonio Severino. El primero, por Luis Boggiano -su padrino- el segundo, por su padre y el último, por el almanaque, como se estilaba por entonces. Era el mayor de seis hermanos y desde su más temprana infancia se dedicaba a hacer figuras de barro. A su pedido, cuando tenía cinco años, su madre le regaló el primer horno para las figuras y juguetes que modelaba. Empezó su ciclo primario en la vieja Escuela 42 (la de Bozzano) hoy N° 35 República de Chile, cercana al hogar. Instalados en la calle San Juan, frente a Independiente, completó la primaria en la Escuela Gervasio Méndez.

Autodidacta, con empeño perfeccionó sus técnicas y conoció los diversos materiales. Su sueño era ser un buen escultor. Terminó sus estudios de Perito Mercantil en el Comercial Nocturno de la Escuela Normal O. V. Andrade. Allí se vinculó a alguien que ya conocía de su nuevo barrio: Pablo Tito Haedo quien le contagió una pasión que iniciaban los estudiantes de entonces: las carrozas estudiantiles. No sólo fue un alumno excelente sino muy activo e integrado a la comunidad educativa, como miembro del Club Colegial. Así lo recuerdan muchos profesores, como p.ej., Luis Borgogno. Durante el día trabajaba y uno de sus empleos fue el de cadete en el estudio jurídico del Dr. Lucio J. Martínez Garbino. Integró varios elencos de teatro, entre otros, el que dirigía Don Alfredo Angelini, junto a Silvia Echandi, Alfredo Muñoz, Mario Roberto Bonzón, Chichito Lapalma, Delmo Carrozo, Haydee Garro y Nelia Cesarino. Formó parte del equipo que conducía Marco Aurelio Rodríguez Otero para las jornadas artístico literarias “Del Rosa al Plateado” que realizaba en el salón de la Biblioteca López Jordán con Pebete Daneri, Elvira Bugnone, Antonio Romero Frávega, Ignacio H. Bértora y Horacio Arnolfi, entre otros. Luisa Delfino y él eran los más jóvenes. También pintaba y era cultor de la poesía; recitaba poemas de Gustavo García Saraví y dejó escritos algunos propios. Cuando sobrevino su muerte, empezaba el tercer año del Profesorado de Literatura en el Instituto Sedes Sapientae. Era un entusiasta y se anotaba en cuanto concurso de arte había. En 1966 con otro de sus amigos, Mario Fischer, tomaron a su cargo la confección de todos los pasacalles y ornamentación para el corso de la calle 25. Con la ganancia, se fueron de veraneo a Punta del Este, en un viaje lleno de anécdotas. También es de su autoría el emblema de la Biblioteca López Jordán.

A los veinte años, ya era un escultor reconocido y como tal, tenido en cuenta para trabajos de la mayor responsabilidad. Así, en 1966, un año después de la inauguración del Rincón de los Poetas en la Plaza San Martín, junto al resto de los bustos que habían producido las manos creadoras de Adela Pérez Cheveste, se agregó uno realizado por Luis: el de Manuel Palacio, poeta y periodista de El Censor, a quien él no conociera personalmente. Pero le bastó una pequeña foto 4x4 y la descripción de algunos rasgos gestuales, para reproducirlo fielmente. Lamentablemente, otro valioso busto hecho por él, desapareció. Era el de Ludwig Van Bethoven, que junto con el de Goethe estaba en la Plazoleta Alemania, en Av. Luis N. Palma.

Unos meses antes de morir, realizó su obra más importante. En 1968 Urdinarrain era sede de la Fiesta Provincial de la Agricultura. La comunidad agraria, con el apoyo de la Provincia y la Municipalidad, había resuelto emplazar un Monumento al Agricultor para ser inaugurado en su día -el 8 de Septiembre- durante el Acto Central. Con varios meses de anticipación se había constituido una Comisión Central. A la hora de confiar en el artista que lo ejecutase, resolvieron encomendar la obra a Luis Benítez. Primero hizo una maqueta con la figura del agricultor y un viejo arado de mancera. Luego lo fue realizando por partes, ya que la obra terminada alcanzaba más de dos metros de altura. Como a otros trabajos, la mayor parte la modeló en el sótano de la tienda de Kuroki Murúa (a quien ya hemos recordado como gran músico) en 25 de Mayo entre Churruarín y Alberdi. En sus largas jornadas lo visitaban allí sus amigos, José Eduardo Domínguez –trabajaba con Kuroki- Fitito Lucca y José María Pedro, entre otros. Luis los recibía con su clásico over all. Se acercaba la fecha y por el mal tiempo, algunas partes no se secaban. Solidario, Don Ricardo Piaggio le prestó unas estufas a gas para facilitar el proceso. Las secciones del monumento viajaron cuidadosamente embaladas y apoyadas sobre colchones, en la Fiat familiar de don Esteban Podestá, titular de la Comisión de Festejos. Ya en Urdinarrain tuvo la tarea adicional de armar todas las estructuras para el montaje de la obra. La jornada de la inauguración fue una de las fiestas memorables que registran los fastos de aquella ciudad. No sólo por la multitud de vecinos y visitantes foráneos que allí concurrieron, sino por las importantes presencias, como el Gobernador de la Pcia. Brig. Ricardo Favre, nuestro Obispo Diocesano Mons. Pedro Boxler, quien antes también había sido agricultor, el Pte. De la Federación Agraria Argentina Antonio Di Rocco, su director zonal Don Jacobo Licay y el Director de la Estación INTA de C. del Uruguay, Manuel Gondell. El oficio religioso estuvo a cargo de Mons. Boxler con el concurso del Párroco local R. P. Juan Kaul y nuestro cura gaucho Luis Jeannot Sueyro. Al ofrecimiento público de la obra lo hizo el Dr. Eclio Dumón, en nombre de la Comisión. El momento culminante llegó cuando el Gobernador y el Intendente Don Roque Pesce, procedieron a descubrir la imponente escultura que hasta hoy, luego de 42 años, se conserva intacta en Paseo San Martín y Alem, en esa ciudad. Luis, con 26 años, recibió unánime aprobación por su magnífica realización: ya era uno de los escultores prestigiosos de la Provincia.

Todo era futuro para él. Por eso, aquel 8 de Abril, nadie podía entender. Fue un accidente absurdo, cuando salía para ir a su trabajo en La Primera con Roberto Barel; trataba de arrancar su motoneta, seguramente con dificultad -padecía inmovilidad parcial en una pierna- y al dispararse imprevistamente, lo arrastró bajo un camión, en Del Valle y Alberdi. Fue instantáneo. Recuerdo que los estudiantes en La Plata recibimos la noticia con gran consternación: todos lo conocíamos a Luis, un tipo fenomenal, una injusticia…Para sus exequias vino una delegación de Urdinarrain y su trágica muerte fue reflejada en el diario La Nación. Han pasado cuarenta años. Quienes tuvimos la dicha de conocerlo, le debíamos esta recordación pública.

Su talento, la fortaleza conque enfrentó y superó una limitación física y sobre todo, su nobleza moral y espiritual, constituyen un ejemplo de autosuperación y entrega generosa a la vida. En su homenaje, dejamos este testimonio.