sábado, 19 de enero de 2013

A 50 años de un raid mememorable


En Enero de 1963 los gualeguaychuenses que íbamos  al río, nos repartíamos entre unas pocas playas: Balneario  Municipal (que acabada de inaugurar sus nuevas obras edilicias) los Clubes Náutico y Neptunia; la playa de la Isla y el recién inaugurado Balneario Municipal Sur en Pueblo Nuevo.  La jornada en el río, que por entonces casi no tenía afluencia de turistas, transcurría con apasible monotonía, salvo en jornadas especiales, como lo eran las carreras de canoas,  de natación,  saltos ornamentales, concursos de zambullidas o la tradicional Vuelta de la Isla

Todavía teníamos fresco el recuerdo de los grandes nadadores de aquellos años que habían descollado en esta competencia: Guillermo Mosto (h) Horacio Poderti, David Camerlatti, Oscar Open,  Abel Gimenez, entre otros. Pero aunque no hubiera competencias, nos resultaba agradable ver surcar el espejo de agua, embarcaciones que eran emblémáticas de nuestro río como el yate Hirondelle de Juan Alejandro Betolaza, la lujosa lancha All Right de Luis BoggianoAlborada del Dr Artussi,  Norma Beatriz de Quito Iglesias , el majestuoso velero Lobito de Pacho Doello Jurado y hasta la mas modestas Siempre Crico  de Don Juan Gandini y La Soberbia  de Chito Moyano construidas por sus dueños.  Ver el sereno y elegante paso del velero Cielo y Mar de Don Luis Cécere, reluciente por donde se lo mirara, era una fiesta para nuestros ojos.
Los que iban al parque o a la isla, tenían la opción de hacerlo en los botes de pasajeros de Amador y Chichún Fernández, Mono Barreto, Nicotina Rodriguez, Cuchila Gómez o el Gringo Martínez. Otros le alquilaban canoas a Godoy.

Todo transcurría en ese clima bucólico, que enmarcaba una paz placentera  entre nosotros y  con la naturaleza.

Pero  un día de ese mes de Enero, todo al paisaje ribereño salió de su letargo cuando Gualeguaychú  entero se volcó a las costas  en un estallido de júbilo como no se había visto jamás: Miguel Angel Pichón Ventura (32 años)  a pocos kilómetros del puerto, estaba a punto de unir Fray Bentos con Gualeguaychú a nado en tiempo récord. Unos kilómetros atrás, le seguía Eduardo Almirón (23). Pichón era empleado del Frigorífico Gualeguaychú S.A. con muchos antecedentes en la natación de aguas abiertas como fondista. Por contraste, Eduardo era nuevo en este deporte, pero lo había tomado con gran entusiasmo.

El Argentino del 18 de Enero de 1963, al comentar la inminente prueba recordaba sus antecedentes más notables: Angel Viera había hecho el mismo raid el 20 de Enero de 1944 empleando 14 hs.  con 41 minutos. El 18 de Enero de 1946 Eduardo Vasco Saller repite la hazaña pero bajando el tiempo a 12 horas 55 minutos. Ambos representaban al Club Tiro Federal.  Pero habría que remontarse  a 1937 para encontrarnos con el antecedente mas lejano, cuando Arturo Basín representando a Neptunia alcanzó esa meta por primera vez en casi 19  horas. Sin dejar de recordar las hazañas femeninas, tan poco comunes para la época, de Romanita Beckwith Borro y Pupé Arteaga.

El  trayecto tradicional se extiende desde el puerto de Fray Bentos al puerto de Gualeguaychú, pasando por la llamada Vuelta del Sur. Esto se debe a que los primeros raids se hicieron cuando no estaba hecho el corte sobre el Río Gualeguaychú, por lo que se debe respetar la ruta mas larga, a efectos de la homologación de los tiempos empleados. El éxito depende de muchas variables, empezando por el factor meteorológico y también hay que conocer los secretos del Uruguay y sus corrientes. 

Por ello fue fundamental la elección de un director de ruta conocedor de ambos temas: Gervasio Pacho Doello Jurado. El resto del equipo se integraba así: el entrenador de Pichón era Ramón Martínez ( Yegua) eficiente bañero y buen deportista; como médico actuó el Dr. Roberto Pargas que también lo era del personal del  Frigorífico Gualeguaychú. Los acompañantes en bote fueron: Amador Urbano Fernández (un gran amigo del autor de esta nota, con quien hicimos memorables excursiones de pesca por el Uruguay) que remaba en su larga canoa "Evita P." y el Chueco Gutiérrez. Los hijo de este, José Luis y Julio que eran muy buenos nadadores acompañaban  en el agua junto con Alicia Moussou, aunque otros también lo hacíamos con intermitencia durante algunos kilómetros, registrándose jugosas anécdotas, aunque no propias de esta nota. También participó como Director Técnico Don Saverio Ventura y como asistente el Ruso Falcón hombre de Pueblo Nuevo y del río, amigo también de quien esto escribe y tripulante habitual de la Titán. El botero encargado de acompañar a Eduardo Almirón fue una figura consular de nuestro río: Luis Mono Barreto.

Las embarcaciones a motor en las que se transportaban los equipos, director, médico, nadadores y remeros de relevo, asistentes eran las siguientes: para Pichón Ventura la lancha Titán,  timoneada por el autor de esta nota que por entonces tenía 18 años: para Eduardo Almirón la lancha de Don Martín Gassman. Pacho Doello viajaba en su propio velero. En Puerto Boca se agregó la embarcación Halcón del cónsul uruguayo Barón Du Petit.

En la madrugada del día 20 los nadadores descansaron en el Lobito y el resto en las instalaciones del Club Remeros de Fray Bentos o en las embarcaciones. A las 5 de la mañana todos nos pusimos en movimiento, cada uno en lo suyo. Muy temprano se inició la preparación de los nadadores, revisión médica, masajes etc., pero lo que más me llamó la atención fue la tarea de engrasar sus cuerpos con lanolina para proteger la piel del agua durante tantas horas. Mientras esto se hacía, Pacho Doello miraba el cielo y consultaba el barómetro para elegir el momento oportuno, especulando con los cambios de corrientes. Por ese entonces no había partes meteorológicos y en  las lanchas no teníamos equipos de VHF. Así transcurrió una hora y media de dudas hasta que al filo de las 7, el Director de Ruta dio la orden de aprontarse. Ambos nadadores  se arrojaron agua y comenzaron  su braceo cuando eran las 7 y 17, acompañados de numerosos nadadores de cortesía y ante el aplauso generoso de los numerosos fraybentinos que estaban en el muelle. El Uruguay se comportó acorde a las previsiones de Pacho: bajaba fuerte y sin oleaje por lo que los nadadores cruzaron sin problemas hacia el banco La Inés, cuya punta sur alcanzó Pichón  a las 8 y 24 y sucesivamente las escolleras a las 10 y 17 y una hora después el Destacamento Boca. El río Gualeguaychú no bajaba con la misma fuerza y ello resultó una combinación favorable que se mantuvo en las etapas siguientes, para alcanzar la boca del Aº del Cura a las 17 hs, lo que preanunciaba un tiempo récord. No hubo detenciones, salvo las paradas técnicas para la alimentación de los nadadores (sin tocar el bote), quienes ingerían alimentos líquidos y fundamentalmente reponían glucosa.

Desde la boca del Gualeguaychú se iban agregando al convoy numerosas embarcaciones entre lanchas y veleros, pero cuando dimos la vuelta en la Quinta de los Vascos  un verdadero enjambre de embarcaciones, incluyendo numeroso canoas y hasta piraguas, daban tal marco apoteótico, que nos hacía poner la carne de gallina. 

Cuando Pichón llegó al Frigorífico, a las cornetas de los barcos y bocinas de los numerosos autos de la costa se agregó el sonoro pito de la fábrica donde él trabajaba. Sin embargo en ese lugar pasó su más difícil escollo: sabido es que allí el río se angosta formando una especie de embudo que acelera el caudal de agua y justamente en ese momento se levantó una racha de viento noreste que le hizo perder casi una hora. Finalmente intervino Don Saverio -su padre- quien indicó recostarlo hasta la orilla 

Este, logrando salir del  difícil trance. Los minutos siguientes resultan inolvidables para quienes tuvimos el privilegio de presenciar aquel recibimiento multitudinario.
A los centenares de embarcaciones que literalmente tapizaban el río y en algunos tramos llegaron a dificultar el paso, se sumaban miles de gualeguaychuenses que se iban enterando por los altoparlantes de la Difusora Grecco y Publicidad Radial Argentina ( Totó Pugliese) ya que por entonces no había radio. Y se agolpaban en todo el trayecto de la Costanera Sur haciendo sonar sus bocinas, pitos y cuanta cosa hiciera ruido. Por fin  a las 19,09 Pichón Ventura tocó el muelle del lado Sur ante un estallido ensordecedor de la multitud y muchos liberamos en unas lágrimas, tanta emoción contenida. Había empleado 11 horas y 51 minutos mejorando la marca del Vasco Saller en más de una hora.

Luego siguió nadando hacia el Club Neptunia al que representaba, llegando a su playa a las 19,40 donde lo esperaba su Presidente el Agr. Jorge Duboscq quien le envolvió el cuerpo con la bandera del Club al salir del agua.
Pero no pudimos extendernos mucho en el festejo: inmediatamente navegamos hacia el sur, hasta encontrarnos con Eduardo Almirón que acababa de dejar atrás la Cancha Larga. Venía a un ritmo sostenido y tocó el puerto a las 21,50 con lo que empleó 14 hs.33 minutos. Una verdadera proeza para quien no tenía antecedentes en la natación.
El Argentino del martes 22 de Enero de 1963 registra aquella inolvidable combinación de gesta deportiva con celebración popular. Pasaron ya 50 años y hace unos días nos reunimos algunos partícipes y testigos para recordarlo. De ahí salió esta nota.